jueves, 18 de julio de 2013

Las traiciones de Álvaro Obregón




Las traiciones de Álvaro Obregón


Por Bernardo López Ríos *

* Católico, Apostólico y Romano, fiel a las enseñanzas de Su Santidad el Papa Francisco, de Su Santidad Benedicto XVI, Papa Emérito, del Concilio Vaticano II y del Magisterio de la Iglesia Católica


LOS TRATADOS DE BUCARELI *

Durante el Gobierno del general Álvaro Obregón (1920-1924) se cometieron graves errores, entre los principales: 

La imposición de la candidatura del general Calles y las concesiones anticonstitucionales en materia agraria y petrolera que hizo a los Estados Unidos para obtener su reconocimiento y apoyo 

(los Tratados de Bucareli o Tratados Warren-Pani, que mantienen alguna afinidad con el traidor Tratado MacLane-Ocampo del gobierno juarista de 1859, por el cual se puso al país en manos de nuestros poderosos vecinos del Norte).

En efecto, desde la muerte del Presidente Venustiano Carranza (1920), el Gobierno de los Estados Unidos no había reconocido al de México, debido a las cuestiones pendientes, principalmente en lo relacionado con la nacionalización de los derechos al petróleo decretada por el artículo 27 de la Constitución de 1917.

Pero en los Tratados de Bucareli de 1923, se llegó a un compromiso: 

Las tierras que eran propiedad de extranjeros quedarían excluidas de la reforma agraria, una comisión especial estudiaría las reclamaciones de compensaciones y se ratificaron las concesiones petroleras a extranjeros, aunque se emplearía un nuevo impuesto sobre la producción para cubrir las obligaciones de la deuda externa de México (1). 

En agosto de 1923, Estados Unidos otorgó su pleno reconocimiento, por fin (2).

Un grupo de senadores rechazaba los Tratados de Bucareli y pedía que no se dieran a conocer. 

En 1924 Francisco Field Jurado, senador de Campeche, resulta muerto y otros tres fueron secuestrados por haberse opuesto a estos Tratados, sobre los cuales, afirma José Vasconcelos:

Esto es precisamente lo que quería el plan Poinsett (3): la desaparición del español como propietario de la tierra mexicana y, en seguida del español, la desaparición también del propietario mexicano. 

De suerte que fue Obregón quien dio el primer paso para la total transferencia de la propiedad raíz de México en provecho de los norteamericanos (4).

El escritor mexicano Adolfo Arrioja Vizcaíno presentó  en el año 2006 "Los protocolos secretos de Versalles a Bucareli", novela histórica en la que pretende demostrar "la dependencia histórica de México con los Estados Unidos en los aspectos político, económico y militar".

Arrioja, doctor en derecho, dijo  que la dependencia de México se remonta a 1923 cuando firmó con EU los Tratados de Bucareli, en los que la potencia mundial dio reconocimiento diplomático al gobierno del presidente mexicano Alvaro Obregón, después de la revolución mexicana (1910-1917).

Explicó que dentro de los tratados existen una serie de protocolos secretos que sólo se han dado a conocer parcialmente en los Estados Unidos porque contienen una cláusula de silencio que vence en el 2023, pero que él revela en su libro valiéndose de información documental y de "primera mano".

Por ejemplo, asegura que México se comprometió entonces a "no desarrollar la industria petrolera, bélica, aérea y marítima por un periodo de 75 años, asegurando a Estados Unidos la neutralidad de México con respecto a cualquier enfrentamiento bélico".

Parte de los hechos que se cuentan en el libro editado por Grijalbo le fueron narrados al autor por Naborina González Roa, su tía abuela, quien en muchas ocasiones acompañó a su hermano Fernando González Roa, una figura clave en la firma de los tratados entre ambos países.

Arrioja agregó que estos protocolos siguen teniendo efecto en la actualidad, ya que algunos de sus apartados contemplaban que México debía dar preferencia a EEUU en todos los contratos de suministros y de tecnología si nacionalizaba su industria petrolera.

"Si se hiciera una revisión de los contratos que celebra Petróleos Mexicanos (Pemex) se vería que el noventa por ciento lo hace con empresas estadounidenses", apuntó.

Los acuerdos de 1923 también impidieron la consolidación de la reforma agraria, argumenta, porque los recursos para el campo se utilizaron para pagar compensaciones a los estadounidenses que poseían grandes latifundios en México y que les fueron expropiados durante la revolución.

La falta de inversión agraria en México en ese momento produjo que ahora "el campo mexicano se dedique a exportar personas a los Estados Unidos", manifestó el autor. 

(Cf. Periódico El Financiero en línea, viernes 25 de agosto, México, 2006. Con información de EFE).

El conflicto con la Iglesia

El jacobinismo del régimen obregonista se manifestó y los antecedentes directos de lo que sería la guerra cristera hallaron cabida en su cuatrienio: 

Un atentado perpetrado en la Basílica de Guadalupe, el bombardeo al Monumento a Cristo Rey en el Cerro del Cubilete y la expulsión de varios miembros de la Jerarquía Católica (5).

En efecto, como hemos visto, en 1923, Obregón, por los Tratados de Bucareli reanudó con los Estados Unidos las relaciones diplomáticas, rotas desde el asesinato de Carranza. 

Hasta esas fechas, el gobierno de Obregón había sido relativamente tolerante con la Iglesia. 

Mientras sus gobernadores la molestaban en los Estados, él dejaba funcionar los colegios católicos y toleraba la existencia de conventos religiosos.

Sin embargo, después de restablecer relaciones con los estadounidenses, comenzó a manifestar contra ella una hostilidad radical. 

Entre otras cosas, expulsó al Delegado Apostólico, Monseñor Filippi, por haber bendecido la primera piedra del Monumento a Cristo Rey, en el Cerro del Cubilete y, por conducto de la Secretaría de Gobernación, mandó procesar a los que tomaron parte en su inauguración. 

Esta acción se la interpretó el gobierno como culto público, prohibido arbitrariamente por la Constitución.

En octubre de 1924, tuvo lugar el Congreso Eucarístico Nacional, celebrado con todo entusiasmo por el pueblo católico. 

Se adornaron las calles de las ciudades y se colocó, en las puertas de las casas, la bandera mexicana. 

Los organizadores contaban o creían contar con la autorización del gobierno para estas fiestas, especialmente para la solemnísima procesión con el Santísimo Sacramento, en el recinto bardeado del Parque Lira. 

Pero entonces el presidente Obregón y el general Calles, secretario de Gobernación, juzgaron que el conjunto del Congreso Eucarístico era culto público y así, el 8 de octubre ordenaron violentamente la suspensión de todo lo planeado. Los católicos quedaron atónitos, aturdidos y desorientados (6).

NOTAS

1. Cf. José Gutiérrez Casillas, S.J. Jesuitas en México durante el Siglo XX, editorial Porrúa, México, 1972

2. Cf. Alan Riding, Vecinos Distantes: un retrato de los mexicanos, editorial Joaquín Mortiz / Planeta, México, 1985, p. 65

3. Joel Roberts Poinsett (1779-1851). Agente del imperialismo yanqui en México, apoyó con entusiasmo la Doctrina Monroe y organizó en México a las logias masónicas yorkinas. 

Ya desde 1812 estaba en la Nueva España como agente secreto de la poderosa nación vecina para procurar insurreccionar al país, de manera que el movimiento insurgente favoreciera los planes de extensión territorial que ya por entonces abrigaba su gobierno 

(Francisco Azcárate reveló que Monroe, por conducto de Poinsett, pretendía que México cediera a Estados Unidos parte de su territorio). 

Poinsett propuso a Agustín de Iturbide la anexión a los Estados Unidos de la parte norte de México y el establecimiento de una República Federal (contraria al Plan de Iguala y semejante a la estadounidense), pero el Emperador Iturbide rechazó dignamente estas traidoras proposiciones; 

Poinsett comenzó a calumniar a Iturbide y a intrigar con todos los políticos descontentos, persuadiéndolos de que lo que México necesitaba era la República Federal (Cf. Joaquín Márquez Montiel, S.J. Apuntes de Historia Genética Mexicana); 

Poinsett y otros liberales como Ramos Arizpe, Michelena, etc., serían los responsables de la caída del Imperio de Iturbide. 

“La tendencia mexicanista de Iturbide - afirma Vasconcelos - era sincera. Del otro lado, en el liberalismo, se movía la influencia extranjera”. 

En 1825 el presidente Adams envió a Poinsett a México como ministro plenipotenciario, comisionado para gestionar la compra de Texas en cinco millones de dólares, pero no lo logró; años más tarde los agentes de la anexión de Texas a Estados Unidos encontraron en Poinsett un amigo proclive a esta maniobra.

4. José Vasconcelos, Breve Historia de México, Colección Linterna Mágica, No. 30, editorial Trillas, México, 1998, p. 362

5. Cf. José Manuel Villalpando y Alejandro Rosas, Historia de México a través de sus Gobernantes, 150 biografías de los tlatoanis, virreyes y presidentes (1325-2000), editorial Planeta, México, 2005, p. 190

6. Cf. Pablo López de Lara, S.J. Los Jesuitas en México, Breve historia de cuatro siglos de la Provincia Mexicana, 1572-1972, editorial Buena Prensa, México, 2001, pp. 127-128

* Cf. Joseph H.L Schlarman, México, Tierra de Volcanes, de Hernán Cortés a Miguel de la Madrid Hurtado, editorial Porrúa, México, 1993, pp. 593-598

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